
Mercedes-Benz Clase E: un familiar al que aspirar
Después de una semana conduciendo el Mercedes Clase E, he llegado a la conclusión, pesada como una losa, de que me he vuelto mayor. De los cientos de vehículos que he probado, lo que valoro es espacio en el maletero, suavidad en la conducción, comodidad a la hora de entrar, un buen equipo de sonido y consumos bajos. Es un coche de padre y, últimamente, no dejo de pensar en él. Lo que solo puede significar que debo de tener algún retoño al que desconozco por algún lugar del mundo.
Bromas aparte, la marca alemana se caracteriza por ir en serio en casi todos los aspectos y en un modelo que es el emblema del sedán teutón, esto es máxima. Sus oponentes son sus rivales históricos: el Serie 5 de BMW y el A6 de Audi, coches que destilan décadas de desarrollo técnico y en los que la competencia por la cuota de mercado es feroz.
El Clase E está disponible en carrocerías de sedán y familiar, pero es esta última a por la que ir: solo la capacidad del maletero (615 litros) hace que se puedan planear escapadas con objetos voluminosos con muchísima comodidad: esquís y guitarras, todo entra sin problemas.