«Lo importante no es dónde jure, sino que Trump va a arreglar el país»
En 2016 Donald Trump dijo que podría dispararle a alguien en medio de la Quinta Avenida «y no perdería ningún votante». Casi una década después, eso es más verdad que nunca. Ninguno de los miles de ciudadanos que han invertido en viajar a Washington D.C. para su segunda investidura reniega de él, aunque lógicamente cunda la decepción de no verle jurar el cargo o acompañarle en el desfile hasta la Casa Blanca.
El argumento de las frígidas temperaturas que batirán récords con -15°C, sin contar el factor viento, ha convencido a pocos. Kevin Brown, de Dakota del Norte, está acostumbrado a esas inclemencias. «Me da igual, el lunes estaré esperándole fuera del Capitolio», promete. Después de haberse gastado «unos cuantos miles de dólares» en avión y hotel para vivir ese momento de la historia en el que Trump «acabará con el socialismo y le dará la vuelta al país», no piensa achicarse por una tormenta de nieve.
Entre los MAGA no ha colado que el presidente electo decida en el último momento cancelar los actos públicos y trasladar la ceremonia al interior de la Rotonda del Capitolio solo porque va a hacer frío. «Estamos en Washington en enero, claro que va a hacer frío, ¿no?», se preguntaba desconcertado Damian Miller cuando fue a recoger su entrada ayer al Senado. «Nosotros tenemos granjas. No dejamos de ir a darle de comer a las vacas porque haga frío», replicó Ken Robinson a un periodista del 'Daily Beast', quien dio la noticia al granjero de Oklahoma.