Las últimas horas de agonía de Barnier antes de la moción de censura
La reapertura de Notre Dame cinco años después del brutal incendio prometía ser una gran vitrina internacional para Emmanuel Macron en tiempos de turbulencias e inestabilidad política en Francia. Con lo que no contaba el presidente era llegar a la gran cita en el papel de anfitrión cojo, sin Gobierno y con una nueva crisis política abierta. Sobre todo por lo que esta situación pueda proyectar de Francia al mundo en un momento que supondrá el gran reencuentro con Donald Trump, que llega a la reapertura de la catedral como su primera visita internacional tras ser elegido.
La caída del Gobierno de Barnier, que quedará sentenciada vía moción de censura tras su debate a partir de esta tarde en la Asamblea Nacional, salvo que Le Pen se eche atrás en el último momento, es para muchos la crónica de una muerte anunciada, ya que el frágil Gobierno siempre estuvo sujeto a que la líder del Reagrupamiento Nacional no accionase el botón nuclear de la censura.
Ahora lo hace y pone presión sobre Macron, que tendrá que buscar un relevo a Barnier que sirva como cortafuegos lo antes posible. Muchos analistas apuestan por un recambio rápido para que la presión no se centre en el presidente, que es lo que precisamente podría estar buscando Le Pen, forzar un adelanto de las presidenciales ante su propia coyuntura judicial.