
La receta colombiana que se vende en Granada y es única en toda Europa
La “España que muere” de Machado nos recuerda a una Europa aferrada a un pasado glorioso que ya no basta para sostenerla. Es la Europa que se complace en evocar el milagro de su paz, pero que asiste impotente al regreso de la guerra a sus fronteras. Esa Europa envejecida se refugia en los salones de la diplomacia, convencida de que su palabra todavía pesa, cuando en realidad apenas rasga el aire.
Como la España que agoniza en el verso machadiano, Europa muere lentamente cuando se limita a gestionar sanciones que no frenan la barbarie, cuando deja que otros decidan por ella, cuando confunde prudencia con sumisión. Muere, en definitiva, cada vez que elige ser espectadora del drama en lugar de protagonista de la historia que se escribe a fuego y metralla.
La “España que bosteza” se refleja en una Europa cansada de sí misma, atrapada en un letargo burocrático. Bosteza cuando repite fórmulas gastadas de unidad, mientras los vetos nacionales desgarran el tejido común. Bosteza cuando habla de autonomía estratégica, pero carece del pulso y del músculo para construirla.