
La moda del 'task masking': ¿por qué cada vez más jóvenes engañan a sus jefes?
La práctica se ha extendido tanto que, según el estudio llevado a cabo por workhuman, un 36% de los trabajadores de esta generación Z reconoce haberla abrazado en alguna ocasión (si bien el 70% piensa que esto no afecta en modo alguno a su productividad). Muchas son las formas en que se materializa, aunque una de las más comunes consiste en mover el ratón de forma aleatoria (o usar dispositivos diseñados al efecto) para evitar que el estado del usuario en programas de comunicación corporativa como Teams o Slack cambie a 'ausente'.
El task masking también comprende programar el envío de mensajes o correos electrónicos a horas en las que no se está frente al ordenador (como a primera hora de la mañana o a última de la tarde); hacer clic en documentos o sistemas internos para aparentar actividad; editar presentaciones múltiples veces con cambios nimios; asistir a reuniones innecesariamente para dar imagen de compromiso; o postergar la respuesta a mensajes de chat dando a entender que se está muy ocupado. Y luego, el básico de siempre: andar rápido por la oficina con unos folios en la mano o el móvil en la oreja.
Para Ana María Recio Aguilar, profesora de ESIC Escuela de Formación Profesional Superior, en realidad, lo de dar gato por liebre en el trabajo no es nada nuevo: «El planteamiento de engañar al jefe 'haciendo como que trabajas' siempre ha existido. En mis inicios profesionales ya se hablaba de la típica persona que te encontrabas siempre en el pasillo, junto a la fotocopiadora o llevando papeles de un lado a otro. Todos conocemos a ese compañero de trabajo que siempre anda agobiado pese a que nadie sepa realmente a qué se dedica».