La huella de España en la Unión Europea
España se enfrenta este 1 de julio a su quinta presidencia europea desde que entró en la UE en el año 1986, cuando entonces se denominaba Comunidad Económica Europea. Cuenta el legendario diplomático Javier Elorza en su libro «una pica en Flandes» que los primeros momentos de la adhesión no fueron fáciles y que, durante las primeras reuniones, los diez antiguos miembros hicieron un cartel contra los dos novatos –España y Portugal– que se encontraban la mayoría de los temas habían sido pactados de antemano.
Muchas veces era difícil entender los motivos reales tras aparentes disputas inocuas, como por ejemplo unas negociaciones sobre el tamaño de las jaulas de las gallinas, cuando en España no se utilizaban y no había ninguna postura clara del Ministerio. Sólo años después la diplomacia española entendió que este expediente tenía como motivación la feroz guerra comercial entre Dinamarca y Alemania por la exportación de huevos y que las jaulas tan sólo pretendían aumentar los gastos de su competidor.
Anécdotas aparte, poco a poco una joven generación de diplomáticos fue abriéndose camino para que España fuera una voz respetada, si bien el análisis sobre la influencia de nuestro país durante todos estos años contiene aristas. Según escribe Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, «en ocasiones ha predominado una visión demasiado naif del proceso de integración europea».