
Jimmy Kimmel, emotivo pero sin dar un paso atrás, en su regreso: «Nuestro Gobierno no debe controlar lo que decimos»
El humorista no defraudó. Uso su monólogo inicial, que pasó de los 10 minutos habituales a 30, para dejar claro que no iba a dejar pasar las cosas. Durante su intervención hubo espacio para la emotividad, con un recuerdo a la «grandeza» a la viuda de Charlie Kirk por sus palabras sobre el perdón durante el funeral de su esposo; para reirse de Trump, de las contradicciones de su Administración y para criticar los ataques a la prensa. Y aquí el mensaje fue claro: «Nuestro Gobierno no debe controlar lo que decimos».
Volvió como Unamuno a las aulas tras su exilio. «Como os iba diciendo antes de que me interrumpieran … No estoy seguro de quién ha tenido las últimas 48 horas más extrañas, si yo o el consejero delegado de Tylenol (paracetamol)». Era el Jimmy de siempre, eso sí, emocionado por las desbordantes muestras de solidaridad que había cosechado en esos seis días fuera de antena.
«He sabido de toda la gente del mundo diez u once veces», agradeció, poniendo por delante a sus amigos y competidores del humor político, empezando con Stephen Colbert, al que CBS ha dado el despido anticipado para cuando acabe la temporada, pero acabando con los de otros países, como Alemania. «El tipo me ha ofrecido un trabajo.