
Hegemonía o redención en un clásico con un color especial
Barcelona y Real Madrid se han visto las caras 37 veces en la Copa del Rey, con un balance ligeramente favorable para los azulgranas que se decanta por la mínima del lado de los blancos en las siete finales previas que les han tenido frente a frente. La octava, que se disputará este sábado en el sevillano Estadio de La Cartuja, adquiere sin embargo un color especial.
Y no precisamente por el duende y el olor a azahar que impregnan la célebre declaración de amor que hicieron Los del Río a la ciudad que alberga La Giralda, sino por el carácter trascendental de un encuentro que puede marcar un antes y un después para dos escuadras que llegan a la cita con dinámicas y estados de ánimo prácticamente opuestos.
A un lado del cuadrilátero estará el resplandeciente Barça de Hansi Flick, una máquina formidablemente engrasada que lidera la Liga con cuatro puntos de ventaja a falta de cinco jornadas, pisa las semifinales de la Champions y aspira a entronizarse por trigésimo segunda vez en la Copa del Rey.