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'Estafadores de Tokio' sin escrúpulos3Foto1Video© laverdad.es

'Estafadores de Tokio' sin escrúpulos

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A estas alturas cuesta pensar que no hubiera tolerancia en la venida, espectáculo y vuelta a la fuga del expresidente de la Generalidad catalana. Hablo de tolerancia por emplear un término suave, aunque tenga aires afrentosos, porque es mucho peor pensar lo contrario y que se trate de un caso de bochornosa inutilidad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o autonómicas, sin excluir a los misteriosos servicios de inteligencia. Puestos a elegir, es preferible pasar por malo que por inútil.

Dejo para los analistas políticos las conjeturas sobre a quién interesó que las cosas ocurriesen como ocurrieron, aunque malicio que el beneficiario de esa astracanada fue no sólo su protagonista y que, pasado el aquelarre, bastantes respiraron y a otra cosa, todo favorecido por la certeza de los efectos del verano sobre la memoria ciudadana.

Pero lo relevante –al menos para mí– es que había una orden judicial de detención. El juez encomienda su ejecución a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que ejercen funciones de policía judicial, son el instrumento del que se sirve para esa ejecución: son sus ojos y sus manos y por eso lo sucedido es muy grave. Un juez da una orden que enciende las iras de la clase política, gobernante en Madrid o Cataluña, insultan al juez, el fugado se planta en España y resulta que esas policías, que deberían detenerle, dependen orgánicamente de tales gobernantes.