
Épica y tragedia en el Mont Ventoux
Más de 1.910 metros de altitud, 22 kilómetros de subida, los últimos se asemejan a un paisaje lunar, sin una brizna de vegetación. La leyenda dice que las talas masivas durante la Edad Media para alimentar las necesidades de los constructores de catedrales pelaron su cúspide. Apareció en el Tour en 1951 y ha sido escenario de gestas y desfallecimientos. Ferdi Kluber probó su dureza. Le dijeron: «Cuidado, que el Ventoux no es como los demás montes». «Yo tampoco soy un corredor como los demás», replicó. Esa misma noche, después de un espectacular desfallecimiento, dejó el ciclismo.
Desde el chalé Reynard solo hay piedras, rocas sueltas. Hasta ahí, en sus 25.000 hectáreas, cien clases diferentes de aves pueblan sus bosques, 950 especies de plantas. En lo más inhóspito del paraje atendió el doctor Dumas a Tom Simpson, muerto sobre las piedras. En ese lugar se levanta ahora un monolito en el que los responsables del Tour de Francia hacen una ofrenda floral en cada paso de la carrera. Los cicloturistas dejan allí sus bidones o algún recuerdo.
El 10 de julio de 1970 Eddy Merckx marchaba escapado camino de la cima del Mont Ventoux. A 1.300 metros de la meta del Observatorio, el coche de Jacques Godded el director del Tour, un Peugeot 404 rojo y blanco con la placa número 2, frenó con suavidad.