
El veto a Israel se acelera
Pero hay una diferencia sustancial entre clamar «contra el genocidio de Israel» en las calles durante la carrera ciclista más importante, con el riesgo de que se produzcan, como ocurrió, algunos conatos de violencia que pusieron en riesgo la integridad de los corredores y empañen la imagen del evento.
Y hacerlo en el consejo de administración de RTVE, donde hoy se votará la posibilidad de que España renuncie al festival musical si se mantiene en él la participación artística israelí. En el caso de La Vuelta, el impacto es mucho mayor, hasta el punto de haber convertido la interrupción forzada de la última etapa en una auténtica batalla política.
En el segundo, se trata de un espacio de debate controlado en el que las decisiones se adoptan por sus consejeros, nombrados a propuesta de los partidos. No están libres del clima de crispación, pero no hay lugar para la protesta airada y multitudinaria.