
El veranillo de San Miguel
Mediada va la vendimia, los buenos vinos de mañana nos liberarán de las malas horas de hoy. Amanece ya con pereza y bruma la luz del cielo, y se marcha con urgencia, en un rapto de arrepentimiento, como si llegara tarde a alumbrar otro hemisferio.
Amarillean canosos álamos, chopos y abedules, y el alba y el crepúsculo se nos humedecen a traición, dejando en vano recuerdo las tibias noches agosteñas. No es el frío aún, pero el vapor ocasional de los cristales y las lunas confiesa el secreto de la furtiva huida de los días de sol y playa en un vagón de lejanías.
Nos quedará solo el recuerdo del aroma a mar o a los campos en flor, salitre en las pieles doradas, o retama, malva, hinojo y romero en agua de San Juan, la memoria que más tarda en evadirse.