
El SPD humilla a su líder y cuestiona los objetivos de la coalición de gobierno
Una reunión controvertida que puso en evidencia la división entre los socialdemócratas, aunque su objetivo inicial era digerir, analizar y buscar remedio para los pésimos resultados electorales registrados en las legislativas adelantadas del pasado 23 de febrero, en las que el SPD alcanzó tan solo un 16,4% de votos, su peor cosecha en 138 años. Lars Klingbeil, copresidente de la formación, pagó personalmente los platos rotos. Tan solo un 64,9% de sus camaradas aprobaron su reelección.
Todo un contraste con su pareja en el liderazgo de la socialdemocracia alemana. La actual ministra federal de Trabajo, Bärbel Bas, recibió el respaldo del 95% de los delegados para asumir la otra copresidencia del SPD. Cuando un partido gubernamental humilla de esa manera a su principal líder y cuestiona su autoridad al comienzo de una nueva legislatura deberían dispararse todas las alarmas en su seno, pero también entre sus socios conservadores.
«El cambio empieza con nosotros», rezaba el lema del congreso, que estuvo sembrado de muestras de rebeldía de los delegados hacia su dirección. De nada le valió a Klingbeil haber logrado unos resultados sobresalientes en sus negociaciones de coalición con los cristianodemócratas y los socialcristianos de Baviera (CDU/CSU). En la votación secreta para su reelección muchos compromisarios aprovecharon el anonimato para dar rienda suelta a su frustración por el desastre electoral.