
El fuego eterno del vertedero que nadie apaga
A María González Albert, la alcaldesa de A Rúa (Ourense), se le ha quemado el 91% de su municipio. El fuego ha arrasado 3.216 hectáreas de las 3.400 de su superficie total. «Sólo se han salvado las zonas urbanas habitadas; el monte ha ardido el cien por cien», dice arrastrando el cansancio propio de dos semanas sin pegar ojo, siempre en alerta ante la magnitud de los incendios que han asolado su terriña.
Pese la gravedad de la situación, lo que ahora más preocupa a la regidora, y la pesadilla de sus 4.500 vecinos, es el fuego 'eterno' en un gran vertedero a las afueras del pueblo, que lleva dos semanas activo sin que nadie (ni Ayuntamiento, ni Diputación, ni Xunta, ni UME) lo haya tratado de extinguir. Las llamas se mantienen vivas desde el pasado 15 de agosto, cuando se adentró en el municipio el tristemente famoso incendio de Larouco, el más devastador de todos los registrados en Galicia.
El vertedero en cuestión, de titularidad municipal, ocupa una superficie similar a la de dos campos de fútbol (unos 16.000 metros cuadrados) y es empleado por Autoneum, una fábrica de material de automoción, para depositar restos de moquetas y plásticos usados para revestir el interior de los vehículos. Por ejemplo, el aislante térmico de tela que recubre el 'suelo' de los coches (como el que hay debajo de los pedales) o el molde interno de goma de las puertas.