
Ejecuciones con nitrógeno: 19 minutos de agonía
El reo Jessi Hoffman fue declarado muerto después de que los verdugos le inyectaran nitrógeno a través de una máscara que tuvo puesta durante 19 minutos. En los primeros 120 segundos el prisionero sufrió convulsiones una vez que el gas empezó a fluir por su sistema respiratorio. Seth Smith, jefe del Departamento de Correccionales del Estado, cree que ya no estaba consciente cuando sucedieron los espasmos. «Se movió, se estremeció, muy brevemente». Las ejecuciones con nitrógeno matan a una persona ahogándola al privarla de oxígeno, ya que inhala nitrógeno puro a través de una máscara.
Hoffman ha declinado pronunciar unas últimas palabras antes de la ejecución. Ha pasado entre rejas 29 de sus 46 años tras ser condenado en 1996 por el secuestro, violación y asesinato de Molly Elliot, una joven de 28 años que trabajaba como ejecutiva de publicidad. Una de sus abogadas, Cecelia Kappel, ha calificado la ejecución de «sin sentido», indicando que «Jessie ya no se parecía en nada al joven de 18 años que mató a Molly Elliott» y ha destacado que en la actualidad «era padre, esposo y un hombre con una extraordinaria capacidad de redención».
Tras el ajusticiamiento, Amnistía Internacional ha condenado la «vergonzosa primera ejecución» y ha subrayado que se trata también de la «primera ejecución con hipoxia de nitrógeno en un Estado que no sea Alabama». «Sea cual sea el método, la pena de muerte es el castigo más cruel, inhumano y degradante y debería ser abolida en todas partes», defiende la ONG.