Cuando el lujo abrazó el arte© hoy.es

Cuando el lujo abrazó el arte

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Un lustro antes de que la pirámide acristalada de Pei se inaugurara para dar acceso al museo del Louvre a las afueras de París, un nombre unido a los diamantes y a otras carísimas piedras preciosas, el rey de los joyeros y al mismo tiempo joyero de reyes, ponía en marcha una entidad sin ánimo de lucro. Nos referimos a la Fundación Cartier de Arte Contemporáneo de la capital gala. Corría el mes de octubre de 1984, y puede que sin darse cuenta, o siendo plenamente consciente de lo que hacía, el ejecutivo Alain-Dominique Perrin revolucionaría el panorama artístico y cultural.

La entidad se erigió bajo tres principios fundacionales, que todavía se mantienen vigentes. El primero de ellos, que no hubiera interferencias entre la firma Cartier y la Fundación, siendo ambas completamente independientes. Y el foco de la segunda ha estado dirigido durante estos 40 años tanto a artistas franceses como extranjeros. «Les ayudamos, los exponemos y les compramos gran parte de su obra», ha señalado el presidente, el primer gran mecenas en el universo del lujo de finales del siglo XX.

Perrin no ha estado solo en esta aventura. El célebre arquitecto Jean Nouvel le ha acompañado, sobre todo desde 1994, cuando la Fundación se ubicó en la capital gala, en el barrio de Montparnasse. A él le pediría «que hiciera un monumento de París; y lo logró». Una minimalista construcción de impacto, acristalada y de varias alturas, de parada obligada para los amantes del arte.