3Foto© canarias7.esCosiendo túnicas a toda máquina
Faltaban unos días para Nochebuena cuando, al levantarme aquella mañana de diciembre, me topé con un belén inmenso que ocupaba buena parte de la cocina.
Allí estaban todos los elementos que podían poblar el universo infantil de un belén perfecto: el Nacimiento, bajo una pequeña cepa; el río, hecho con trocitos de cristal sobre un papel plateado de chocolate de la Virgen de las Nieves; las lavanderas, inclinadas sobre él; la Anunciación de los pastores, desde lo alto de una sabina que mi padre había recogido amorosamente en el monte, los Reyes Magos, atravesando un desierto de serrín dorado; las ovejas, por las colinas de corcho; los pastores...
Todo dispuesto con la delicadeza de quien sabe que cada detalle puede encender una chispa de felicidad.