
Conocemos la playa de Las catedrales y el cementerio donde descansa el premio Nobel Severo Ochoa
Decido cerciorarme emulando las mejores tácticas del perspicaz periodismo de investigación: escuchar, corroborar y publicarlo (casi iguales que las de Poirot), al fin y al cabo, formular preguntas forma parte de mi trabajo. Sé que la michiganense (se las trae el gentilicio), que viaja con su hija, es secretaria y lo hace como regalo a la recién graduada en la High School.
Los floridanos (esto no mejora) responden que para conocerme (qué monos), pero al final confiesan su intención de probar algo distinto. Hay profesores, jubilados que trabajaban en museos, en empresas mecánicas, en la American Express… La mayoría peina canas. Son majos, abiertos y dispuestos a la charla. Casi ninguno conoce España, salvo los que han estado en Barcelona, típico.
Sonsacarles es fácil, porque se dejan, a pesar de mi acento chungo y de su chungo acento, no crean que es sencillo pillar el tono norteamericano. Hay una pasajera, la neoyorquina, a la que solo entiendo alguna palabra suelta.