
Con Trump, paciencia; con China, prudencia
Son unas palabras que siempre suenan mal y nada digamos cuando las dice una persona que se enfatiza alardeando de ser la más poderoso del mundo. La guerra de los aranceles, una de sus mayores amenazas para la estabilización política y económica internacional, de momento le ha salido mal y ha tenido que pasar por la humillación de tener que aplazarla tres meses; luego ya veremos. Sus iniciativas siempre inquietantes, se repiten cada mañana, cuando se asoma a la sala de prensa de la Casa Blanca.
Trump no se toma descanso, salvo el tiempo que dedica después de la ducha a cuidar su excelente pelo rubio que con el paso de los años no le proporciona disgustos, las canas no delatan su vejez ni le intimidan por quedarse calvo. Europa de momento mantiene el suspense en torno a la continuidad de las relaciones tradicionales de amistad y defensa con los Estados Unidos; unas . relaciones que bien merecen el calificativo de naturales por compartir una cultura y una religión común, una historia vinculada y la condición democrática de sus bases políticas.
Ante los temores que Trump inspira hay quienes se han apresurado a buscar una alternativa y, mirando al panorama, ven como única a China, actualmente la otra superpotencia susceptible de competir por la supremacía mundial en la guerra, de momento económica y más tarde, ya veremos.