Con el mono puesto entre las llamas de Campanar y la DANA
Los percheros de la nave de vehículos del Parque Central de Bomberos de Valencia están repletos de embarrados monos de trabajo secándose. El trasiego es constante en la sede. Aparece Amador Gimeno. En la palma de su mano izquierda, escrito con bolígrafo, llama la atención un pequeño texto. «Esto es un servicio que nos ha llegado desde Forn d'Alcedo.
Hubo un derrumbamiento y nos están solicitando inspeccionar la casa de al lado para asegurarnos de que está bien. Me han llamado y me he apuntado aquí la dirección», cuenta el inspector. Una costumbre que adquirió cuando ejercía de ingeniero de montes: «Prácticamente llevaba la oficina portátil en el coche». Su realidad actual es muy diferente. Sobre todo, los últimos diez últimos meses.
No todo el mundo está preparado para meterse en las entrañas de dos tragedias como el incendio de Campanar y la reciente DANA. Él sí.