© hoy.esCada partido se debate en su crisis y el país en la de todos
Los de Carles Puigdemont podrían estar certificando su final, innecesarios después de su giro estratégico para un ultranacionalismo que se pasa en parte a la novedad extremista y para una burguesía regional para la que ahora resultarán inútiles.
Y, al cabo, si el afán era protagonizar el descalabro final de Pedro Sánchez, en hueso pinchan: les falta decisión para forzar la moción de censura por los socios que precisan para ello, y agudeza visual para percibir la idea de poder que tiene el presidente. Si persisten en el portazo, les irá mal; si rectifican la reiterada amenaza, harán el ridículo.
Lo de Alberto Núñez Feijóo, ¿es un problema de autoridad interna o de convicción personal? No era fácil complicar más el enjambre valenciano para suceder a Mazón y, sin embargo, lo han logrado. El 'impasse' en que queda el partido y la dependencia cainita de Vox son lo peor que les podía pasar. La figura del presidente del partido se resiente a cada crisis propia al no proyectar la imagen de un individuo resolutivo.