
Un funeral para el papa Francisco frente a los poderosos y reivindicando a los pobres
Era su rosario personal. Pero quiero pensar que simbolizaba, también, el mismo que un día llegó a manos de un joven soldado ucraniano, Oleksandre, que murió bajo una lluvia de metralla y fuego en el frente de Avdijevka. El militar fue encontrado con sus dedos entrelazados al rosario, al lado de un ejemplar del Nuevo Testamento forrado con tapas de camuflaje. En uno de sus viajes a Ucrania, la religiosa sor Lucía Caram recibió ese rosario y se lo devolvió a Francisco, afligido por el recorrido de esa sarta de cuentas de madera de olivo.
Jorge Mario Bergoglio ha sido despedido ahora en una ceremonia que ha conseguido reunir a muchos jefes de Estado, algunos, en las antípodas de su evangelio. Otros, incapaces de cerrar un acuerdo en la martirizada Ucrania. La imagen de Trump y Zelenski, frente a frente en terreno sagrado, ha sido un regalo póstumo para Francisco, que rehabilita su encuentro con Vance.
Ucrania es uno de los escenarios que conformaban 'la tercera guerra mundial en pedacitos', sobre la que alertaba el Papa, un ámbito en el que no ha conseguido ser infalible. La Santa Sede es el brazo político del Vaticano, un poder blando que nació con el Tratado de Letrán e instauró la diplomacia moderna.