
«Si la Iglesia retrocede y ahora se encierra en sí misma será un drama»
– Era una persona irrepetible. Era consciente del mundo en el que vivía, un mundo tremendamente cruel y lleno de sufrimiento. Ha sido un gran gobernante, un Papa valiente que ha mantenido su autoridad frente a todo lo que le rodeaba. Nada pomposo y le gustaba hablar claro, al pan pan y al vino.
– Yo sí, pero a él no le gustaba que le calificaran de ninguna manera: ni de progresista, ni de conservador. Se definía como un hombre de experiencia. Había vivido cosas muy duras en Argentina, con los golpes militares. Siempre decía: 'Soy una persona que mira los temas de frente y que acoge a todo el mundo'. Daba igual que fueras creyente o no, bisexual, heterosexual, homosexual... Decía 'no soy nadie para juzgarte'.
– Él detestaba el clericalismo, entendido como una Iglesia que se encierra en sí misma. Esa especie de superioridad porque 'yo soy cura y solo hablo de cosas de curas'. Eso para él era un mal. También decía que la excesiva ideología generaba radicalidad y la radicalidad, a su vez, males mayores.