
Pacto de Estado… para salvar el Estado
Sostenía Safranski, y resulta bastante razonable, que el objetivo esencial de la política era promover la convivencia, lo que viene a significar colocar la otredad en el centro. La centralidad de la otredad como antítesis de la identidad. Seña distintiva, por desgracia, de estos tiempos que corren. Esto no significa tolerar al otro, sino respetarle. El respeto y, se podría decir, que la buena educación como atributos esenciales de la política, bueno de la Política… Y para conseguirlo, continuaba, es necesario aliviar el malestar. Ese es el hábitat, el ecosistema básico.
Hace ya tiempo que está casi todo inventado, vino a llamarse entre nosotros Estado de bienestar, soportado por el trípode clásico: Sanidad, Educación, Pensiones. Pero lo que a menudo olvidamos es que para que haya Estado de bienestar, lo primero que tiene que haber es Estado, por lo que su delimitación y reforzamiento es prioritario. Esencial.
Por supuesto que no es nada nuevo, ya reconocía Adam Smith que para una nación son más importantes sus instituciones que sus materias primas. Y hace más de 2.500 años animaba Heráclito a sus conciudadanos a defender sus instituciones como si de sus murallas se tratara. Nuevo o no, lo que sí parece es que esté olvidado o que importe poco, por no decir nada.