
Miles de italianos marchan en Roma contra la ley de seguridad de Meloni
Ocurren a nuestro alrededor cosas graves. Gravísimas. Y muchas. Se hace difícil, entre tanto mal, establecer una jerarquía de la gravedad. Si consideramos la vida humana como el valor supremo, no hay nada comparable a lo que ocurre en Gaza (y en Sudán del Sur, y en Ucrania, y en Etiopía, y en Haití: la lista podría hacerse casi interminable). Lo más grave serían, por tanto, las guerras, encabezadas por las que muestran rasgos de genocidio.
Sigamos. La mayor potencia planetaria parece aspirar a la condición de república bananera. No por pobreza, sino porque su gobierno practica con fruición la corrupción y la cleptocracia, ensalza la mentira, glorifica la fuerza y trata de destruir las instituciones (Parlamento, judicatura, prensa libre) que suelen identificarse con la civilización y la convivencia pacífica. Donald Trump (“aquí están mis aranceles; si no le gustan, tengo otros”) interpreta una parodia barata de Groucho Marx, con perdón del gran Groucho.