Los días más extraños de nuestras vidas© hoy.es

Los días más extraños de nuestras vidas

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En 2019, este periódico utilizó la palabra 'confinamiento' en una veintena de textos. En 2020, más de 7.500. De sopetón, las calles se vaciaron y nuestras casas se convirtieron en refugios, en fortalezas, también un poco en cárceles: fueron jornadas de angustia e incertidumbre, una distopía en la que se solapaban la familia, el teletrabajo y el temor por los seres queridos. Creíamos que al final haríamos una fiesta, pero la tragedia colectiva dejó poco que celebrar. Creíamos que lo tendríamos presente siempre, pero a veces parece un mal sueño.

Nos hemos acostumbrado a hablar como si todos los confinamientos hubiesen sido el mismo, por aquello de que el estado de alarma nos obligaba a todos por igual. Pero, en realidad, hubo incontables circunstancias que condicionaban la experiencia.

No era lo mismo estar encerrado en un chalé con jardín -o en una casa de pueblo, con seguras vías de escape- que en un pisito interior o en una habitación de una vivienda compartida. No era lo mismo tener a personas de algún grupo de riesgo en el hogar -o en otro hogar al que se nos iba una y otra vez el pensamiento- que estar libres de ese miedo acuciante.