
Las dos sillas de San Pedro
Más de 400.000 personas salieron el sábado a la calle, y entre lágrimas, cruces y alguna que otra genuflexión, sucedía la despedida pública. Pero en el interior de la Basílica de San Pedro sucedía otra cosa. Alguien había colocado dos sillas, una frente a otra, para que Trump y Zelenski se sentaran.
Dos hombres de carne y hueso, tan cerca que podían olerse, ejercían a unos metros del féretro del Pontífice el papel de líderes que ostentan con el beneplácito de la democracia. Uno vestido de azul, el otro con su sempiterno traje militar en negro, representaron algo más que una conversación histórica: representaron la repercusión de la palabra liderar.
Porque hablar de poner fin a una guerra en un funeral es el epítome de la diplomacia desde el más allá, y el Papa, te guste o no, seas ateo o agnóstico por la gracia de Dios, ha demostrado que imponer la paz es algo más que un epitafio. Y para muestra esas dos sillas.