
La Monarquía, garantía de estabilidad
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España no es ajena, como ya se sabe, a los males que causan las excentricidades nada menos que del autoproclamado máximo poder universal. ¡Qué le vamos a hacer!
Como, según dicen, los males nunca vienen solos, aquí también estamos padeciendo, ya desde hace algún tiempo, lo que se describe como la borrasca de Pedro Sánchez que impide a los ciudadanos expresar un descontento que se resolvería en unas elecciones que el Gobierno, aferrado al poder como una lapa, se niega a convocar.
La crisis institucional mantiene al país confuso y a la sociedad desalentada viendo como el presente se agita y el futuro se retrasa.