
La incertidumbre sobre el futuro de Montse Tomé ahonda en la herida de España
«El futuro de Montse Tomé es un tema que tenemos que abordar pero ahora no es el momento. Tomé ha hecho un trabajo encomiable y con mucha valentía. En todo momento ha estado a la altura. Se hablará después de su futuro«, dijo Rafael Louzán cuando el presidente de la FEF fue interpelado el domingo acerca de ese cercano vencimiento del vínculo que liga a la preparadora asturiana con el organismo que encabeza el dirigente desde el pasado 16 de diciembre.
Tiró de esa vena tan gallega que le caracteriza Louzán para mantener escondidas sus cartas respecto a una decisión por la que pasa el futuro de la selección española porque pese a que se valoran los logros que ha conseguido Tomé al conformar un bloque en el que impera la camaradería y rezuma talento integrando a la mejor generación de la historia del fútbol femenino en España, no es oro todo lo que reluce.
Junto a los éxitos pesan también las decepciones, con esa Eurocopa que se escapó en la tanda de penaltis en primer plano y el cuarto puesto obtenido en unos Juegos Olímpicos de París 2024 a los que España acudía como favorita todavía muy presente, y además Tomé es una figura heredada de un pasado turbio que la FEF quiere dejar definitivamente en el olvido.