
La advertencia de John Roberts
El primer jurista del país quiso ser historiador cuando estudiaba en la Universidad de Harvard, pero terminó por dedicarse al Derecho. Es partidario de una presidencia fuerte y se declara admirador de la obra de Alexander Hamilton, que asentó el poder federal frente a los Estados.
Tal vez por eso Roberts fue el arquitecto de la doctrina de inmunidad presidencial que el año pasado, en plena contienda electoral, libró a Donald Trump de tener que responder a una larga lista de acusaciones penales. De acuerdo con esta teoría, es difícil precisar qué cosas hizo como presidente y cuáles fueron actividades privadas, es decir, no protegidas.
Es posible que hoy se arrepienta de haber iniciado esta jurisprudencia.
Hace unos días el presidente del Supremo hizo algo inusual: criticó públicamente a los que piensan que se puede someter a un juicio político a los jueces federales, solo porque no están de acuerdo con sus decisiones. El contexto lo dice todo: el magistrado James Roasberg justo había ordenado frenar la deportación de 261 personas a El Salvador, por hacerse conforme a una ley de 1798 para tiempos de guerra que no consideraba aplicable al caso. La Administración Trump no solo desobedeció, sino que amenazó con procesar al juez.