De criar mejillones a convertirse en mesa: los muebles que recuperan la madera del océano
«Me críe entre virutas y serrín», dice Fran Millán. «Yo soy carpintero de siempre», explica. Millán es el responsable de Frouma, una empresa de mobiliario que busca su materia prima en un lugar que, a primera vista, parece insospechado: el mar.
Antes de montar Frouma, Millán trabajaba para empresas de mobiliario y se recorría diferentes países montando muebles. «Fue una etapa muy enriquecedora», señala, que le permitió ver tanto lo que se está haciendo a nivel mundial como lo que ocurre en la industria. Pero también fue una etapa muy dura, explica, porque le obligaba a estar muchos días fuera de casa y a una elevada movilidad. «Estás siempre disponible», cuenta, con un ritmo muy alto de trabajo. «Quería un cambio», reflexiona.
De la necesidad de ese cambio nació una idea en la que el punto de anclaje debía ser la sostenibilidad, entendida a varios niveles. Millán apunta que quería sostenibilidad con el amplío sentido de la palabra: en el del modo de trabajo, de la producción, comerciales o del uso de materiales. Millán quería igualmente «reivindicar el valor del tiempo», el hecho de que las cosas pueden tener una vida muy larga y trascender al paso de los años.