
Cómo diablos definir a Lamine
A mi amigo Xavi, cuando se queda a dormir en casa, le gusta hacerlo en el sofá y con la tele puesta. El martes, después de ver el Arsenal-PSG, nos pusimos un capítulo de la nueva temporada de Anatomía, el programa de Mamen Mendizábal, que se estrena el próximo domingo con una reconstrucción al milímetro del caso Mainat. Con el susto en el cuerpo me fui a la cama y él se quedó a sus anchas, viendo El chiringuito.
Pedrerol es el tío más inteligente de la tele. La línea editorial de su programa es florentiniana, su audiencia, mayoritariamente madridista, pero cuando el Real pierde, el programa lo peta porque vamos los del Barça a verlo. Jugón. Si gana, se alegran porque gana el Madrid; si pierde, se alegran porque tendrán una audiencia enorme.
Desde la derrota en la Copa, muchos culés se han pasado por El chiringuito para ver cómo explicaban que al Real Madrid, infalible en las finales, después de remontar –su especialidad desde el siglo pasado– le volviese a remontar el equipo rival, en este caso el Barcelona. Y el programa nunca defrauda. Solo dos días después, esos tertulianos formados en la academia SobreActors Studio le daban vueltas a la pregunta de si Lamine Yamal iba demasiado sobrado.