Afganistán retrasa los relojes 20 años en tres de régimen talibán
Nada justifica la invasión de un Estado soberano. Ni la de Estados Unidos en Irak, ni la de Rusia en Ucrania, por mencionar dos que han marcado este siglo. La población debe ser capaz de decidir el rumbo de su país y la sociedad que desea construir en él, y de nada sirve apelar a valores como la democracia o la desnacificación para validar su imposición por la fuerza. La legislación internacional es clara y no deja dudas al respecto.
Dicho esto, es evidente que, a veces, el remedio puede ser peor que la enfermedad. Afganistán es la mejor prueba de ello. Se han cumplido tres años desde que Estados Unidos protagonizó una de las salidas más chapuceras y humillantes de la historia, poniendo fin a dos décadas de ocupación y tutela con imágenes inéditas desde la caída de Saigón, y el régimen talibán ha retrasado los relojes 20 años. Es lo que cabía de esperar de una manada de neandertales integristas.
Por eso, hoy nos centramos en los cambios que han devuelto Afganistán a las cavernas, y en cómo China y Rusia están tratando de ocupar el espacio que ha dejado su archienemigo.