
Un senador demócrata habla en el Congreso por más de 20 horas para protestar contra Trump
«Estoy aquí porque no puedo dormir tranquilo sabiendo lo que esta administración le está haciendo a la gente», entonó al dirigirse a «una nación en crisis». Eran las 7 de la tarde del lunes y ya no dejaría esa posición, de pie, frente a su asiento, ni para comer o ir al baño. Casi 20 horas después, al cierre de esta crónica, continuaba. Afuera llovía cuando empezó. Luego, caería la noche cerrada. Y al amanecer saldría el sol. Al cierre de esta edición era ya uno de los actos de rebelión oral más largos en la historia del Senado.
Técnicamente no se considera un ejercicio de filibusterismo, porque no estaba bloqueando ninguna ley específica. El maratón de palabras que no buscan convencer, sino, originalmente, agotar a los colegas y, actualmente, capturar la atención, era en su caso el intento de narrar el colapso moral de una nación en caída libre hacia el autoritarismo.
Para llenar tantas horas de oratoria, empezó con las cartas que sus constituyentes de New Jersey envían a su oficina, pero a pesar de que llegan por sacas, no eran suficientes. Desgranó nombres, datos, anécdotas. Citó a John Lewis, invocó a John McCain. Leyó las quejas de quienes no pueden pagar la insulina. Denunció la deportación de estudiantes palestinos por protestar en campus universitarios. Cada palabra buscaba ser una bofetada a las políticas de Trump o una denuncia a los recortes de Elon Musk. Cada pausa, un suspiro para tomar aliento.