
Musk convierte la Casa Blanca en un concesionario de Tesla y logra que Trump le compre un coche
De nuevo, el mundo asistió de nuevo a una puesta en escena de lo más surrealista con Musk y Trump como protagonistas tras la estrambótica firma del decreto que aceleraba los recortes en la Administración de EE UU. Imborrable la imagen de uno de los hijos pequeños del multimillonario estadounidense convirtiendo el Despacho Oval en su particular jardín de infancia. Precisamente X AE A-XII, de tan sólo 4 años y con un nombre que parece el de un modelo de Tesla, volvió a repetir como invitado de honor en el mercadillo que su padre había montado en el pórtico sur de la Casa Blanca.
Y, claro, al final con tanto coche eléctrico puesto a su disposición, el presidente de EE UU picó y prometió a su amigo, reconvertido en uno de sus principales asesores gubernamentales, comprarle uno «como muestra de confianza y apoyo a Elon Musk, un estadounidense grande de verdad». Una forma de demostrarle su simpatía ante el preocupante descenso de popularidad de la marca estadounidense en el mercado global por sus cada vez más frecuentes fallos mecánicos y la creciente impopularidad de su dueño tras impulsar los recortes en la Administración y su apoyo público a grupos de ultraderecha.
«Dije, 'sabes, Elon, no me gusta lo que te está pasando, y Tesla es una gran empresa'», señaló el republicano a Musk, frente a un enorme sedan rojo. «Nunca me ha pedido nada y él ha construido una gran compañía, no debería ser penalizado porque es un patriota», prosiguió Donald Trump ensalzando la carrera empresarial de su amigo. Este descarado apoyo público de un presidente de EE UU a uno de sus donantes constituye un nuevo hecho sin precedentes en la política del país norteamericano.