3Foto© theobjective.comLos centros escolares valencianos formarán a los alumnos frente inundaciones a partir de enero
Cuántas veces lo habremos dicho, que la Historia es más interesante e inquietante que la ficción. De modo que el entrar en el análisis de un proceso histórico puede resultar más aleccionador que una ilación de sucedidos ficticios, para construir algo que sólo imaginativamente sucedió durante un tiempo pasado.
En ese sentido, la verdad es que en los últimos tiempos cada vez estoy más al lado de los historiadores que de los novelistas. Y así lo experimenté muy recientemente, en la organización y dirección de un Curso sobre la Hispanidad en el Instituto de España. Del que dimos buena cuenta en esta columna, en tres artículos sucesivos.
Dentro de esos horizontes más históricos que de ficción, vamos a movernos ahora en lo que fue una sucesión de centros de poder, que cabe simplificar con el nombre del país dominante, o que tuvo sus aspiraciones de serlo. Y así, como lo más normal del mundo, surgen las menciones de España, Francia, Reino Unido, Rusia, Austria, Alemania, Japón, hasta llegar al día de hoy, con sólo dos superpotencias, EE.UU. y China. Seguidas por otras potencias vivas, con distintos futuros más o menos promisorios, como son India (en alza) y Rusia (con una cierta decadencia).