
La mitad de la población extremeña padece trastornos del sueño
En palabras del escritor alemán Thomas Mann, «la guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz». Esa es la sensación que me deja la guerra que se abrió recientemente en CEOE y Cepyme, o entre Garamendi y Cuerva. Para quienes solo buscamos la mejor defensa de los intereses de los pequeños y medianos negocios y no percibimos sueldo de nuestras organizaciones, el problema era la paz. ¿Es que alguien duda de que los problemas a los que se enfrentan las grandes empresas no son los mismos que afectan a los pequeños y medianos negocios?
¿Se puede mantener una línea de paz cuando estamos viendo sufrir a decenas de miles de pequeños y medianos negocios? Y esto sucede en medio de una ruptura unilateral del diálogo social por parte del Gobierno. ¿Cuál es la razón para no contrariar al Gobierno? ¿Para regalarle la oreja con buenas palabras y carantoñas?
Parece, según los medios, que se rompe la cuerda entre Garamendi y Cuerva cuando éste último se decide a actuar, cansado ya de tanto ninguneo por parte de Gobierno y sindicatos, harto de ver sufrir a aquellos a los que defiende. Y lanza un manifiesto en el que denuncia los problemas de las pymes. El Gobierno se enfada. Garamendi pierde la confianza en Cuerva.