La irremediable soledad de Jo Hopper
Es la mujer que aparece en la mayoría de esos inquietantes cuadros de Edward Hopper en los que se masca una dolorosa soledad. Sin Josephine Verstille Nivison, su nombre de soltera, el pintor estadounidense no habría sido nada. Hoy esos cuadros tienen cotización galáctica y se los disputan los grandes museos y coleccionistas. Pero casi nadie sabe nada de su esposa, también artista, que hipotecó su vida y su carrera por su marido y parte de cuya obra acabó en la basura.
Lo cuenta en 'Un paso a dos' (AdN) Javier Santiso, escritor hispano-francés de origen gallego que novela la vida del pintor a través de los ojos de su maltratada esposa Jo.
Casados en 1924, el matrimonio entre Josephine (1883-1968) y Edward Hopper (1882-1967) fue una relación «atormentada, plagada de silencios, malos tratos y mucho amor por el arte», según Santiso. La exitosa carrera de Edward supuso «la pérdida de la presencia y la obra de Jo», también pintora y mejor relacionada que él con las galerías y los círculos artísticos de Manhattan.