La blusa más pija (y clásica) de Irene Montero es la que ella combina con vaqueros rectos en otoño
Encuentro uno de esos artículos dedicados a recuperar cadáveres mediáticos dedicado a Irene Montero (Qué fue de...) y caigo en la cuenta de que la eurodiputada estaba más muerta en lo político de lo que pensaba. Es una Encarnita Polo de la ultraizquierda. Pablo, Pablo, en lugar de Paco, Paco. Ahora va a participar en un programa de televisión, ya lo hacen Susana Díaz o Cristina Cifuentes, personajes que han devenido en personas, como Íñigo Errejón, pero por otras vías.
Irene Montero es un ejemplo de que el mal también se borra con facilidad. Basta con irte a Bruselas para que nadie recuerde que este alma en pena fue la autora de una ley abyecta a la que viene a reivindicar en un libro de supuestas memorias. Las memorias hay que escribirlas cuando se es joven, aunque haya poco que contar, luego todo recuerdo es invento y mentira.
Unas memorias de Irene Montero, y presentarla en estas fechas, con el luto que se arrastra, es comer peladillas en marzo, algo fuera de lugar, aunque Montero siempre ha sido una destacada «outsider», nunca encontró su tiempo, es una mujer de otra época, no se cuál, pero, como el de María Jiménez, su mundo es otro.