Justin Bieber, un Jesucristo renacido y 'descuartizado' en el Guggenheim
Justin Bieber, el cantante canadiense, se declaró cristiano renacido y llenó sus cuerpo de tatuajes religiosos. El artista estadounidense Paul Pfeiffer (Honolulu,1966) decidió entonces convertir al ídolo del pop en un nuevo Jesucristo barroco. Buscó a los mejores imagineros filipinos, mexicanos y españoles para tallar tres figuras del cantante como un Cristo moderno. Unas tallas que muestra ahora desmembradas y que son lo más llamativo de la exposición que el Museo Guggenheim de Bilbao dedica al influyente y cotizado artista multidisciplinar que no reniega de la etiqueta de «manipulador».
Pfeiffer es un cáustico pionero que lleva un cuarto de siglo cuestionando las convenciones sobre la nueva religión del espectáculo, la pertenencia y la identidad. Preguntándose si somos lo que vemos, o miramos lo que somos. «No me molesta que me llamen manipulador; los grandes poetas lo son, y todo depende de la calidad de la manipulación», se reivindica el inetiquetable creador conceptual evocando a antecesores como Andy Warhol o Marcel Duchamp.
Sus piezas e instalaciones se centran «en lo que no quiere que miremos», en «cómo se gana dinero por dirigir nuestra atención». Recrea partidos de fútbol, de baloncesto o combates de boxeo sin jugadores ni púgiles. Descabeza en sus vídeos a Michael Jackson, 'borra' a Muhammad Ali del combate del siglo, a Marilyn Monroe de sus películas o los jugadores de una final del mundial de fútbol para cuestionar la liturgia de la nueva religión del espectáculo.