4Foto2Video© larazon.esIA, YouTube y lo que viene
De esta contradicción derivan diversas consecuencias. El político se desgañita ofreciéndonos el paraíso, que él y nosotros sabemos en qué consiste, aunque tengamos una imagen diferente. El paraíso de Pedro es un erial donde él hace de niño de San Ildefonso, pero no sacando números al azar sino el que juegan los del partido y los de Bildu. El paraíso del ciudadano patrio consiste en que España gane el mundial de fútbol y Eurovisión, le toque una parte en el reparto de subvenciones y encuentre sitio en el chiringuito playero.
La dificultad está, para unos y otros, en conformarse tan sólo con lo que es bueno. Cánovas del Castillo decía en el siglo XIX que en política hay que hacer lo hacedero, lo que se puede hacer. Entendía que convenía dejar a un lado los furores ideológicos y atenerse a las circunstancias nacionales, que daban de sí lo que daban de sí. Ahora queremos ser siempre pioneros en cualquier iniciativa y referentes europeos o mundiales. No nos andamos con chiquitas.
Del olvido de las llamadas a la prudencia se derivan muchos males, sobre todo desde que hace unos veinte años la política se empeña en hacer lo que no se puede ni debe hacer -por ejemplo: la independencia catalana y vasca crearían inmensos problemas a vascos y catalanes; el frenesí inclusivo satisfará a los fanáticos del asunto,pero harta a los demás, que si no dicen nada es porque no les caiga la intemerata.