
El Gobierno tira de Ayuso para sacar cabeza del 'caso Leire Díez' y la acusa de montar «Kitchen 2»
Acabo de cumplir 80 años, 42 desde mi nombramiento como director de la Seguridad del Estado, en diciembre de 1982. En plena Transición. Ese tiempo, ahora tan discutido y criticado por muchos que ni habían nacido ni participado en su desarrollo e implementación.
En pleno debate, en medios de comunicación y partidos políticos, acerca del lenguaje periodístico, de los bulos, de las noticias “fake”, de las conspiraciones y del “law fare”, aparece la palabra “patriótico”, señalada como sinónimo de traidor, de conspirador y de “golpista”. Se viene utilizando peyorativamente, con ánimo desfavorable, para designar a los “enemigos”. Tengo necesariamente que mencionar, produciéndome dolor y rabia, por el “entusiasmo” y “desmemoria” que pone al hacerlo, a Patxi López, que sabe muy bien lo que puede significar eso de “señalar”.
Dicho lo anterior, aclaremos el significado de patriótico, que deviene de “patriota”: “Persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”, según el diccionario de la RAE. Se pone en duda la honestidad e independencia del trabajo de una unidad de la Guardia Civil, la UCO, en funciones de policía judicial, y se señala a miembros concretos de dicha unidad, acusándoles de estar actuando con fines espurios en el desarrollo de su función.