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«Cuando me quitaron las cadenas tuve que aprender a caminar de nuevo»
«Me tenían atado en un túnel sin luz, sin apenas aire. No me podía levantar, mucho menos andar. Tenía que convencer a mis captores de que me dejaran hacer mis necesidades más de una vez al día. Solo cuando se acercaba el momento de liberarme me quitaron las cadenas y tuve que aprender a caminar de nuevo». Or Levy, uno de los tres rehenes demacrados liberados por Hamás el pasado sábado, hizo un escalofriante relato de sus 491 días de cautiverio en el Canal 12 de televisión.
Sus palabras se suman a los testimonios de otros secuestrados que han sido liberados, y que cuentan cómo vivían encadenados en un lugar oscuro y húmedo, generalmente en túneles que eran objetivo de ataques hebreos, a menudo amordazados y siempre con mucha hambre. Algunos aseguran que fueron colgados de los pies, e incluso abrasados con hierros candentes. Los médicos confirmaron que tanto él como Eli Sharabi y Ohad Ben Ami estaban gravemente desnutridos y que padecían desórdenes coronarios e infecciones.
Son condiciones lastimosas que incrementan el miedo de los allegados de quienes aún están en manos de Hamás a que les envíen un cadáver. Cada día que pasa, las probabilidades de que mueran crecen, y 17 de los israelíes que debían ser liberados en la primera fase del acuerdo de alto el fuego aún están secuestrados. La organización integrista ya ha avanzado que ocho han fallecido. En total, hasta ahora han sido liberados 73 de los 251 rehenes secuestrados desde el 7 de octubre de 2023, aunque está confirmado que 34 han perdido la vida.