
Crítica de 'Estado eléctrico': quemar dinero
Los Russo, alabados en exceso por su participación en el Universo Cinematográfico de Marvel, donde hay demasiados agentes en juego a la hora de realizar cualquier cosa, llevan varios fiascos como directores y productores, empezando por la horripilante franquicia 'Citadel' o la soporífera 'El agente invisible', dos muestras de sobado cine de espionaje.
Atrás quedan sus primeras incursiones en las tribulaciones de 'El Capitán América' y el díptico de Los Vengadores que algunos tachan de obra maestra a la ligera, como si no existieran más películas de entretenimiento hechas con ganas y conocimiento de causa en el siglo XXI. Con 'Estado eléctrico' han hecho lo que han querido, quemando dinero a espuertas.
La maniobra orquestal no les ha salido bien, lo que indica que hay cineastas que funcionan mejor cuando no son omnipresentes en los créditos y toman decisiones en la producción ejecutiva. La historia parte del trabajo del artista sueco de ciencia-ficción Simon Stålenhag, cuya imaginería se adaptó con mejor fortuna en los cuentos de 'Tales from the Loop' (Prime Video).