
Alcaraz remonta lo inexplicable en una batalla para la historia
Ya no es solo ganar al mejor tenista del mundo, ni levantar dos sets en contra, ni siquiera salvar tres puntos de campeonato a favor de tu rival. No es lograrlo, que lo hizo, es hacer creer a millones de personas que, mientras todo eso estaba ocurriendo en su contra, era posible el milagro.
Y ese atisbo de esperanza que cualquier otro tenista no habría transmitido, tiene nombre y apellidos: Carlos Alcaraz, el hombre que remontó lo imposible a Jannik Sinner (4-6, 6-7 (4), 6-4, 7-6 (3) y 7-6 (2)) para conquistar su segundo Roland Garros y quinto Grand Slam en general en uno de los mejores partidos de la historia de este deporte.
Sinner y Alcaraz trasladaron el homenaje a Rafael Nadal a este día y brindaron una oda al tenis durante cinco horas y 31 minutos de partido, la final más larga de la historia sobre la arcilla parisina. Muchos pronosticaban la victoria de Sinner, dado el aura de invencibilidad que rodea a un tenista que, hasta esta final, no había perdido ni un solo set y que, de hecho, había llegado a contabilizar 31 consecutivos ganados desde los octavos de final del pasado Abierto de Australia.