Sin Perdón

Conde-Pumpido, el amo de la Constitución

«¿Cómo puede mirarse al espejo después de cometer esta villanía?»

En estos tiempos aciagos para el Estado de Derecho hay personas que son capaces de superarse. El problema es que lo hacen en un sentido muy negativo. La Historia nos demuestra que hay juristas que están dispuestos a ser fieles servidores de cualquier tipo de despotismo. Les mueve solo su ambición y no el servicio público o el bien común. Estoy dispuesto a admitir, incluso, que algunos han sido brillantes, porque cualquier régimen, incluso los más abyectos, necesitan la colaboración de juristas. Desde el origen de las civilizaciones se encuentra el Derecho, porque es un elemento imprescindible para la organización de la conciencia. Sin Derecho no existe civilización. Por tanto, es un error pensar que no hay buenos juristas al servicio del despotismo o la dictadura, introduzco esta separación porque lo primero es compatible, desgraciadamente, con una democracia. España vive una situación anómala y no me cansaré de denunciarlo. No porque gobierne la izquierda, sino porque se ha instalado el despotismo con absoluta normalidad. Sánchez gobierna despóticamente. Es algo que se ha extendido y Conde-Pumpido actúa como un auténtico déspota que se considera el único y sumo intérprete de la Constitución. Nadie sabe Derecho salvo él, que hace y deshace al servicio de Sánchez. Sus declaraciones este lunes ponen de manifiesto los aspectos más tenebrosos de su carácter y una soberbia infinita. Ahora resulta que no se puede criticar a este organismo constitucional, que no es jurídico y que ha politizado de una forma descaradamente partidista. En su sectaria concepción considera que «cuestionar al Tribunal Constitucional es cuestionar la Constitución, es de alguna manera cuestionar el sistema democrático». Y que todo es una campaña periodística. No es verdad. Le criticamos por las tropelías que está cometiendo, su pretensión en erigirse en un poder del Estado y su obsesión en ser la última instancia del sistema judicial. Los juristas rechazan su arbitrariedad e indigno comportamiento. Ha comprometido el honor y la dignidad del Alto Tribunal al trasladar la constitucionalidad de la sentencia de la amnistía. Es el mayor escándalo que ha sufrido la institución y debería ser causa de su inmediata dimisión. Los beneficiarios de la amnistía han recibido todas las garantías sobre la decisión de Conde-Pumpido. ¿Cómo puede mirarse al espejo después de cometer esta villanía?

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)