
Bandera roja en una playa de La Unión
La tarde del sábado era de preparativos culinarios. Protegidos en fiambreras metálicas metíamos pimientos verdes fritos, carne empanada, tortilla de patatas y, aparte, una sandía y una gaseosa Sanitex que tenía más fuerza que La Pitusa o La Casera. Con esas provisiones en la nevera portátil, a la que se añadía un cuarto de barra de hielo comprada la misma mañana en la fábrica, La Siberia del Escudo del Carmen, nos dirigíamos a la plaza de Santa Ana antes del amanecer, donde nos esperaba el transporte.
Agustín junto al conductor pasaba lista para no dejarse a nadie, esperaba a los dormilones que eran contundentemente abucheados al entrar y ocupar sus asientos, recogía los tiques y cerraba la puerta. El conductor arrancaba y… a la playa. No habíamos llegado al puente del Genil cuando ya había saltado un espontáneo buscando la colaboración de todos con el famoso canto: «Para ser conductor de primera, acelera, acelera…». Aquello era como el día de la marmota, pero de domingo a domingo.
Al llegar a la curva de entrada a Dúrcal se llevaba a cabo la primera parada en el llamado, Pilar del Mono que, el 8 de mayo de 1902, se hizo la solicitud para poder hacer una fuente de agua cerca de la carretera, junto al puente nuevo. Este pilar es parada obligatoria de todos los ciclistas y de muchas de las personas que viajaban por la antigua carretera de Granada a Motril.